«Casi no tengo tiempo para descansar, pero todas las satisfacciones de la maternidad las disfruto sola», dice Yolanda, quien decidió vivir la maternidad en solitario porque “no tenía pareja, pero lo que sí deseaba por encima de todo era tener a mi hijo”. Asegura que su experiencia es muy positiva, y se declara partidaria de seguir su instinto en la crianza y educación de su hijo, sin hacer demasiado caso de los consejos que se dan por ser madre primeriza. “Tengo muchas horas de trabajo, así que lo que más valoramos mi hijo Izan y yo es el tiempo de calidad que pasamos juntos”.
La maternidad en nuestros tiempos no atiende a un único patrón, sino que ha pasado a ser diversa y ha roto con antiguos tabúes. Hoy día, diferentes circunstancias económicas, laborales, sociales, culturales, y personales, llevan a parejas y mujeres a retrasar la llegada de los hijos para cuando consideren que es el momento adecuado. Asimismo, uno de los cambios sociales de mayor relieve es el aumento de mujeres que optan por ser madres sin necesidad de tener una pareja. Su posicionamiento social y nivel de independencia económica está acabando con tradicionales estigmas, por lo que muchas mujeres, que dedican su vida a desarrollarse profesionalmente en diversas áreas, quieren ser madres en solitario al no tener una pareja, y acuden a la reproducción asistida para conseguirlo.
Diferentes opciones para lograr la maternidad en solitario
La técnica de reproducción asistida más básica, sencilla y económica para lograr el embarazo siendo soltera es la inseminación artificial. Se basa únicamente en depositar en el momento el semen de un donante en el útero de la mujer. Los espermatozoides viajan hasta las trompas de Falopio como lo hacen en la fecundación natural, por lo que se pueden utilizar métodos de estimulación ovárica o simplemente realizar la técnica el día que ocurre la ovulación.
La inseminación artificial está altamente recomendada para mujeres jóvenes, con buena reserva ovárica y ciclos menstruales regulares, que desean ser madres solteras con la ayuda de técnicas de reproducción asistida.
Sin embargo, a medida que la edad de la mujer aumenta, la reserva ovárica es menor, y las tasas de éxito con esta técnica pueden disminuir considerablemente. A partir de los 35 años el tratamiento más recomendado, cuando la inseminación artificial falla, es la fecundación in vitro, que consiste en inducir con estimulación hormonal la maduración de los folículos ováricos, extraer los óvulos de mayor desarrollo mediante una sencilla punción ovárica, y fertilizar en el laboratorio con los espermatozoides de un donante. Una vez obtenidos los embriones se seleccionarán los mejores y de mayor potencial de implantación para transferirlos al útero de la futura madre. Los embriones sobrantes pueden vitrificarse y conservarse para si se desea tener un segundo bebé.
En el caso de sufrir enfermedades ováricas, esterilidad, edad avanzada, cirugías ováricas previas, que hayan comprometido considerablemente la reserva ovárica de la mujer, los especialistas recomiendan someterse a técnicas de reproducción asistida que incluyan donación doble, es decir, que se utilicen tanto óvulos como espermatozoides donados para aumentar la probabilidad de lograr el embarazo.
En este caso, se utilizan óvulos y espermatozoides de mujeres y hombres jóvenes, sanos, sin enfermedades genéticas y compatibles entre sí, para realizar la inseminación artificial. Esta técnica es bastante novedosa y es considerada como la mejor alternativa para aquellas mujeres que no pueden utilizar sus propios ovocitos para lograr el deseado embarazo.
La adopción de embriones es otra opción para mujeres que desean ser madres solteras y no pueden conseguirlo con sus propios óvulos. Este tratamiento de reproducción asistida es cada vez más demandado, y se eligen como alternativa a la donación de óvulos. Los embriones donados proceden de otras pacientes que han conseguido ser madres a través de una fecundación in vitro y que han descartado volver a quedarse embarazadas, pero tienen embriones de calidad vitrificados y los donan para que otras mujeres o parejas puedan alcanzar su deseo reproductivo.
Para realizar este tratamiento es necesario preparar con medicación el endometrio de la futura madre para recibir el embrión. Paralelamente, en el laboratorio se procede a desvitrificar los embriones y se comprueba su calidad. Cuando todo está preparado, se procede a la transferencia del uno o dos embriones.